La lengua al margen del tiempo y espacio: El anacronismo del ladino

por Joana Milcheva

Foto: Joana Milcheva

 

Cuando uno piensa en el mundo hispanohablante, los primeros espacios geográficos que surgen en la mente son España, Latinoamérica y el Caribe. Luego se piensa en los Estados Unidos y las antiguas colonias en Asia, África y en los océanos Atlántico y Pacífico.

¿Y qué hay de los Balcanes?

En el siglo XV, durante la monarquía de los Reyes Católicos, los judíos y los moros de los reinos de Castilla, León, Aragón y específicamente Granada fueron asesinados, expulsados o convertidos a la fe cristiana. Parte de los judíos sefardíes pudo escaparse a Marruecos, a Portugal,  y a la Europa del oeste así como a Argentina y Chile. Otra gran parte se fue para los Balcanes, que hasta recientemente fueron sometidos bajo el dominio del Imperio Otomano, el gobierno islámico que tenía más tolerancia por los judíos que los cristianos de la Inquisición española. Allí se instalaron a vivir con los griegos, los búlgaros, los turcos, los serbios y otras comunidades locales.

Foto: Joana Milcheva

Lo poco que esa gente pudo llevar consigo fue su lengua. Durante más de 500 años, su lenguaje ha logrado conservarse hasta hoy, aunque otros idiomas fueron diametralmente  diferentes. La variación del castellano que se habla entre los sefardíes de hoy se llama “ladino” (también conocido como judeoespañol, djudezmo y shpanyolski). Los hablantes del español moderno pueden entender esta lengua sin ningún problema; está muy cerca del castellano antiguo antes del contacto con el nuevo mundo. El ladino también ha adquirido varios vocablos del griego, de las lenguas eslavas, del turco y del francés, pero la estructura gramatical generalmente sigue la del castellano.

Hoy en día quedan pocos hablantes nativos del ladino. En los países latinoamericanos, la variación casi se ha perdido dentro la lengua coloquial. A finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, la lengua vernácula de Salónica en Grecia fue el ladino por la influencia sefardí en la comunidad; incluso había un periódico en ladino. En países como Bulgaria, el djudezmo se habla principalmente entre la gente mayor y cuando, por ejemplo, los esposos no quieren que sus niños entiendan la conversación. Recientemente, han surgido varias luchas para conservar la lengua bajo la forma de la colección de proverbios, la grabación de canciones en ladino (‘romanses’), y la recopilación de las historias de varios miembros de la comunidad sefardí en los Balcanes.

Se pueden encontrar diccionarios y gramáticas de la lengua (ej.el “Manuel de Judeo-Espagnol: Langue et Culture” por Marie-Christine Varol-Bornes). Sería interesante encontrar más estudios culturales, sea en español u otra lengua, pero por ahora, la mayoría de las investigaciones es sobre los aspectos lingüísticos de la lengua. Aquí les presento algunas fuentes interesantes para conocer el ladino y su historia:


Joana Milcheva está en su quinto año en la Universidad de Toronto, acabando su especialización en español. Aparte de los idiomas, le interesan las artes y la historia de la civilización: cree que estas disciplinas tienen algo en común. En su tiempo libre se dedica a las artes visuales (fotografía y diseño gráfico) y a varias actividades en la naturaleza. Le gustaría continuar sus estudios al nivel de grado y, algún día, viajar por el mundo.